Hola Mistress Sara,
Si bien no soy muy dado a reflexionar y mucho menos en domingo; hoy quiero hacer una excepción, pues ha sido una semana muy especial.
Todo empezó el lunes cuando tuve la primera oportunidad de sentirte, cuando entraste muy dentro de mi, con la dulce brutalidad que te caracteriza.
El martes tuve que centrarme en recuperar la sensibilidad en mis pezones, mientras que sentarme todavía resultaba incómodo.
El miércoles me invadió un síndrome de abstinencia.
El jueves, el jueves fue excepcional y pude odiarte y adorarte con inusitada pasión.
Mi espalda quedó decorada con tus huellas y mi ser invadido por tu poder.
El vienes, una vez más, tocó recuperar la sensibilidad ya no sólo de mis pezones sino de todo mi ser. Un cepo, un potro y un montón de voltios en tus manos, producen la más variada suerte de placenteras contracturas y hasta mi fisioterapeuta, que es casi tan sádica como tú, me dijo:
"Menudos arañazos de pasión que tienes en todos lados"
y yo le contesté ...
pasión, lo que se dice pasión ... o quizás sí, quizás fue "la pasión" lo que dejaste en mi ser.
Llegado el sábado ya echaba de menos tu poder y afortunadamente pude verte desde el mejor ángulo, desde tus pies. Pude beberte, saborearte y todavía produzco saliva de forma instintiva, como cuando entro en el Club del Gourmet.
Por eso, mi querida Sara, hoy es domingo de reflexión...
¿qué he hecho yo para merecer haberte conocido?