Hace ya un tiempo, cuando regresaba de mi primera Sub Rosa Dictum, me propuse continuar con una pequeña crónica de mis visitas por los diferentes eventos "fetichistofestivos", intentado explicar cuál había sido mi experiencia personal. Se trataba de que todas estas aventuras no cayesen en saco roto y sirviesen, no solo de perversa bitácora, sino además de pequeña guía para todos aquellos que quieran adentrarse en los brillantes circuitos fetichistas internacionales.
Sin embargo, como otras tantas veces, lo fui posponiendo hasta el punto de que casi un año y medio después, regreso una vez más de Munich con mi maleta llena de todas esas sensaciones que he podido experimentar. Pero como dice un refrán, nunca es tarde si la dicha es buena, así que intentaré contar lo acontecido ayer y ya puestos a rajar, lo intentaré relacionar con la primera fiesta.
Supe de la existencia de Sub Rosa Dictum de la mano de un auténtico caballero dedicado en cuerpo y alma a que los alemanes luzcan sus brillantes galas que con tanto esmero guardan en sus armarios, a la espera de que tenga lugar esa ansiada fiesta que con carácter casi mensual se convoca.
Descubro que sus fiestas tienen una particular relevancia para los residentes en el sur del país y que se caracterizan por cuidar los detalles de una forma casi obsesiva y fascinante a la vez. Desde la espectacular actuación de tres bellas damas que me quitaron el hipo, hasta los chupa chups en la entrada, pasando por los perfumes, condones y compresas en los baños, la cuidada selección musical con una excepcional calidad acústica en un entorno exquisitamente decorado; hacen que Sub Rosa Dictum se lleve casi 25 de las 25 estrellas que dedicaré a estas pequeñas aventuras y que iré desgranando en los siguientes apartados, previamente consensuados con varios amigos.
Dichos apartados son:
Organización: ¿qué tal era el sitio?, ¿tenía buenas instalaciones?, ¿se permitía el uso de cámaras?, ¿se propiciaba el juego?, ¿era fácil conseguir una bebida?, ¿funcionaba el guardarropas?
Localización: ¿Era bonito el local?, ¿había muebles y juguetes?, ¿había zonas para simplemente hablar?
Higiene: ¿estaba limpio el local?, ¿podía uno sentarse sin miedo a mancharse?, ¿había jabón en los baños?, ¿y condones?
Precio: ¿Era caro?, ¿qué tal la relación calidad / precio?
Ambiente: ¿estaba a gusto en la fiesta?, ¿me gustaba la gente que allí había?, ¿había fotógrafos no autorizados?, ¿demasiado humo?, ¿había demasiada gente?, ¿había demasiados hombres solos?, ¿se exigía y respetaba el código de vestimenta?, ¿realmente había gente “wapa” en vez de guaperas?, ¿había gente jugando?, ¿se apreciaba respeto entre los jugadores y mirones?
Organización
Una fiesta de esta características tiene que ser un evento en el que puedas olvidarte de lo que ocurre fuera de sus paredes y que te permita relajarte, sabiendo que todo un equipo de profesionales está ahí para tu deleite.
En este apartado, Sub Rosa Dictum no se lleva más estrellas, simplemente porque no hay más.
Desde el momento en que cruzas la puerta, te das cuenta de que entras en otro mundo donde se cuida hasta el más mínimo de los detalles.
Camerinos para cambiarse con comodidad, un guardarropa atendido por varias personas, ausencia de colas, una preciosa dama enfundada en látex repartiendo delicias, dos personas validando tus entradas, otra abriendo la puerta, un amplio parking, seguridad, ausencia de cámaras indiscretas junto a un precioso photocall, etc, etc ...
La seguridad, otro valor esencial, no solo viene de a mano de los doberman que suele haber en las puertas, sino de todas esas personas que se encargan de que las cosas simplemente funcionen. En San Francisco me contaron que los llaman "Master of Masters" y no solo se encargan de controlar y reprimir si fuese necesario, sino de asesorar. Se encargan de que tu estancia sea simplemente inmejorable y de que no tengas que preocuparte del baboso de turno, del borracho incondicional y de criaturas similares.
Como aprendí en Inglaterra, tolerancia cero y si no te comportas como debes, la puerta estará abierta para salir y cerrada para volver a entrar.
Localización
Cuesta pensar que el lugar elegido no fuese un local dedicado al disfrute nocturno, pues la decoración estaba extremadamente cuidada, con diferentes salas en las que se podía desde retorcer el cuerpo al ritmo de la música, hasta echar un polvo columpiándose, pasando por barras repletas de camareros que te permiten no perder más de 2 minutos en regresar a lo que estabas haciendo antes de tener que ir a repostar.
En esta ocasión, al tratarse de una fiesta de las pequeñas, para no más de 400 personas, el local estaba dividido en dos plantas. La planta baja, constaba de una sala para gozar de la música, otra con la misma función pero llena de cómodos sillones, dos barras atendidas por una tropa de camareros, una sala de fumadores, baños unisex con todos los objetos necesarios además del papel higiénico y el ya mencionado photo call.
La planta superior, en la que igualmente se podría disfrutar de la música, estaba dedicada a que los perversos pudiésemos disfrutar de esas actividades que nos han traído hasta Múnich.
Infinidad de cómodos sillones aderezados con no tan cómodos muebles como cruces, jaulas, cepos, etc ..., hacían de esa mi planta favorita y no en vano, tuve una extraordinaria experiencia de la mano, o mejor dicho de los pies, de dos bellas damas. Al final va a resultar que mereció la pena hacer ese curso de reflexología podal, doy fé. Gracias a las susodichas Damas, que aunque no leerán esto, permanecerán en mis recuerdos por mucho tiempo y gracias también a esa gran persona que me dio el empujón que necesitaba para postrarme a los píes de tanta belleza.
El único defecto que creo haber encontrado es que el local estaba demasiado lejos del mundo y que al salir me alegré de haberme llevado el coche, pues no encontré un solo taxi en los alrededores.
Higiene
Recuerdo una fiesta a la que asistí en mi ciudad natal y en la que a pesar de estar súper a gusto, tuve la sensación de que tenía que mirar donde posaba mi mano, por no decir otras partes de mi cuerpo, aterrorizado con que no estuviese todo lo limpio que era deseable.
En la Sub Rosa Dictum, la limpieza es simplemente exquisita y se hace presente no solo cuando entras, sino a lo largo de toda la noche. Los vasos vacíos desaparecen de la vista antes de que el propio dueño se percate de que es momento de volver a la barra. Los baños están impolutos, los asientos limpios, los suelos libres de pegajosas salpicaduras.
Creo que si no fuese fetichista podría deciros que se puede caminar descalzo pero, entonces no habría tacones que adorar, así que mejor me callo.
Precio
Suelo decir que lo importante no es lo que se paga por acudir a un evento de estas características, sino lo que se consigue por el precio abonado.
Treinta y cinco euros suenan a calderilla cuando uno recibe la calidad que yo recibí ayer. La relación calidad precio es simplemente excepcional y pagaría mucho más por “no mucho menos”.
Ambiente
Veamos, veamos. Esta no es una fiesta para tomar helado de vainilla, es una fiesta para sacar a la luz tus mejores galas y si no estás dispuesto a rascarte el bolsillo vete al bar de la esquina y no te molestes en venir.
De las aproximadamente cuatrocientas personas que creo pude ver, sólo hubo una que dejó un poco descolocado pues era el típico guaperas que con un cuerpo espectacular y un no tan espectacular cerebro, se creyó con el derecho a colarse en la fiesta como a posteriori me mencionó un organizador.
Cuando seremos capaces de darnos cuenta de que en una fiesta de estas características no vale con ser guaperas y desnudarse o quedarse en ropa interior. La gente viene aquí a adorar y a ser adorad@ y el código de vestimenta no sólo es obligatorio, sino imprescindible.
Si quieres incorporarte al mundo de la perversión internacional, empieza por conseguir el equipamiento adecuado, de la misma forma que lo harías para jugar al tenis o ir a la piscina.
Conclusión
Sub Rosa Dictum es hoy por hoy la mejor fiesta de estas características a la que he asistido en Europa. Como veréis, le pongo 24 de las 25 estrellas posibles y sin lugar a dudas, volveré siempre que tenga la oportunidad de hacerlo.