La vida es caprichosa

Dicen que la vida es caprichosa, que a veces te concede algunos caprichos y que otras tantas te los deniega por la misma razón que te los ha concedido.

A veces uno se pregunta si es merecedor de los caprichos concedidos y otras tantas los desea con la misma ansiedad con la que le son denegados.

Casi todos los caprichos suelen tener una temporalidad ya sea deseada o concedida. Hoy puedes desear comerte un bombón y no encontrarlo, de la misma forma que mañana te lo pueden ofrecer y no desearlo. Hoy puedes pasar horas saboreando ese bombón y otras tantas veces devorarlo en un solo mordisco.

Hace unos días la vida nos concedió un capricho y todavía me pregunto si es real o no. Algo de real sí que debe tener este capricho, porque duele un montón, pero ahora tan sólo pienso en lo placentero que puede llegar a ser el dolor.

Hacía tiempo que no me arrojaba a las aguas turbulentas del masoquismo con la sensación de que no me voy a ahogar, con la sensación de que la mano que me empuja a saltar es la misma que me va a rescatar. Hacía tiempo que no sentía el poder femenino de la misma forma que lo he sentido en las últimas dos ocasiones. Hacía tiempo que el tiempo pasaba tan rápido, que no me planteaba la duración del juego porque me encontraba completamente inmerso en él.

Me pregunto si este capricho que la vida nos ha concedido será efímero o si como deseo será duradero pero, realmente no quiero saber la respuesta.

Quiero y necesito disfrutar del momento, de la intensidad, del placer, del dolor, del vino, de la entrega, del olor, de la complicidad, de la amistad, de vosotros.

Gracias “Vida” por ser tan caprichosa y gracias a "Vosotros", a los tres, por formar parte de ese capricho.