Debo admitir que una de mis perversas pasiones es la “lluvia dorada”. Además soy un consumidor habitual de “pornografía bedesemera”, lo que me hace recorrer la red en busca de vídeos que estimulen mis sentidos y de paso me hagan pasar un buen rato, en el más amplio sentido de la palabra.
Sin embargo, la experiencia me dice que la mayoría de las producciones, llamemos fetichistas, son tremendamente aburridas. Sí, ya lo sé, uno se puede deleitar disfrutando de modelitos de látex, de cuerpos diez e incluso de escenas un tanto más bizarre, en las que incluso he participado indirectamente (The Sound of the Cane).
Pero, hasta la fecha, en muy pocas ocasiones había tenido la oportunidad de reírme viendo una de estas perversas producciones.
Descubrí la web de Mistress T de casualidad y una vez más, caí en la tentación de darme de alta y descargar en un mes todo lo que pude. Debo admitir que sus contenidos me parecen extremadamente light, como si el productor fuese un miembro del Partido Republicano pero, este que hoy os enseño, me hizo reír a carcajadas sintiéndome yo mismo como esa pobre criatura a punto de ser inundada.
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