Nuestra primera impresión fue fascinante pues por fin había un sitio al que uno podía ir a tomarse una copa entre iguales, como decía “L”, otro de los asiduos al Rosas5. Podías ir a disfrutar de tus afinidades, a conversar, a relajarte; sabiendo que el toque perverso estaba a tu lado y que podía aparecer en cualquier momento.
Junto con varios amigos participamos en la constitución del Club y disfrutamos del lugar y de su compañía durante varios años, dada la coincidencia de que se encontraba muy cerca de nuestra casa y, en vez de ir a cualquier otro sitio a tomar una copa, preferíamos tomarla, una vez más, entre iguales.
Hablar con Kurt era una experiencia por sí sola y, si bien debo admitir que no siempre estábamos de acuerdo, le recordaré como una buena persona, un buen ser humano, que dedicó parte de su vida a que mucha gente saliese de ese armario del que sin él, no hubiesen abandonado. Asistimos a infinidad de fiestas, debates, eventos; compartimos cenas y spas, celebramos nuestro “Wicked Weekend” a su lado, y de su mano, empezó a fraguarse la idea del veinticuatro siete como día internacional del BDSM.
Un servidor, solía decir que “mandaba narices” que hubiese sido un suizo afincado en Barcelona quien pusiese patas arriba la inexistente comunidad BDSM pero, es que Kurt, era sangre de nuestra sangre, era parte de nuestras perversiones y como tal, siempre permanecerá en nuestros corazones.
Que las cuerdas mantengan esos vínculos tan bonitos que tú, Kurt, supiste crear.
Te echaremos de menos amigo.
Fetterati
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